Si algo ha quedado claro después de estas elecciones, es que de poco sirve preguntar a la
militancia el rumbo a tomar del partido, cuando la gran mayoría de los votantes no forman parte de
esa y ninguna militancia.
La mayoría de los partidos políticos vuelven a caer en el error de etiquetar a la sociedad en unos
bandos u otros. Lo cierto, es que los militantes de cada partido son una ínfima parte de los
votantes en unas elecciones. Por lo que tiene poco sentido intentar captar la mayoría del voto,
simplemente haciendo lo que indica la militancia de tu propio partido.
Partiendo de la base de que la militancia es el voto fijo para tu partido, lo normal de cara a
unas elecciones es atraer el voto del no militante. Ese voto del no militante es el que algunos
han despreciado y finalmente se ha hecho notar en las urnas.
El ejemplo más claro de todo esto lo encontramos en Unidos Podemos, en un contexto de misma
participación o superior a la de 20D, ya que falta por sumar el voto por correo, la coalición
pierde en pocos meses 1.062.704 de votantes.
Si nos remontamos un tiempo atrás, vemos que la militancia de IU y Podemos apoyaron esta coalición
de forma muy clara. En IU votaron 20.000 militantes respecto a 920.000 de votantes y en Podemos
votaron 140.000 militantes respecto a 5.200.000 de votantes. Por lo que si algo ha quedado claro
después de estas elecciones es que la única consulta válida es la de las elecciones.
La conclusión a todo esto, es que finalmente los que se apropiaron y desvirtuaron el movimiento
del 15M vuelven a caer en errores del pasado y el sectarismo, por lo que la España de los bandos
parece que no tendrá fin a corto y medio plazo.