domingo, 10 de junio de 2018

Medios y etiquetas

Una de las formas de ver los cambios que ha sufrido el ser humano a lo largo de toda su historia, es ver la evolución de los medios de comunicación. Medios que han ido cambiando según avanzaba la tecnología, llegando a convertirse en la actualidad en los verdaderos motores ideológicos de la sociedad.

Vivimos en tiempos donde hemos sustituido la capacidad de pensar, razonar contrastar, investigar por la capacidad de etiquetar sin el más mínimo conocimiento. Tiempos donde queremos saber las respuestas sin haber leído el enunciado, no queremos aprender como se hacen las cosas, sino que nos las hagan. Tiempos en los que la involución mental avanza a pasos agigantados con el único afán de quererlo todo con el mínimo esfuerzo posible. Por esto, el poder de los medios de comunicación y su capacidad de influir en el pensamiento de las personas no para de avanzar, ya que es más cómodo dar por válido lo que te dicen, que querer informarte realmente de lo que pasa.

Los espacios informativos son un claro ejemplo de que lo que se busca a la hora de dar las noticias, es el pensamiento fácil que no le haga preguntarse al espectador del por qué de las cosas. El querer resumirlo todo a su máxima expresión con el único afán de llamar la atención de forma fácil y directa, pero sin ninguna intención de informar de forma fehaciente y contrastada.

Medios de comunicación que no entienden de términos medios ni imparcialidad, sino de "bueno" y "malo" que en cuestión de segundos son capaces de juzgar cualquier caso por complejo que sea. Medios que buscan el titular fácil sin miedo a tener que decir lo contrario al día siguiente, medios que ponen en foco en las noticias que a ellos más les interesan y el tiempo que estimen necesario. Amparados en la libertad para comunicar de la forma que quieran, están moldeando a su antojo a una sociedad que termina siendo fiel reflejo de su forma de actuar.

Por si esto fuera poco, la clase política también ha caído en estás prácticas o mejor dicho tácticas para sacar el máximo rédito posible de cualquier situación. Como perros de presa, se lanzan al ataque ante las más mínima posibilidad de dejar mal al contrario. El diálogo entre los propios partidos pasa ahora por el filtro de los medios de comunicación sumidos siempre en las tácticas electorales, una precampaña continua que ha acabado con la capacidad de llegar a cualquier tipo de consensos sea cual sea la materia.

No siendo partidario de la intervención estatal, está claro que la única solución para reconducir todo esto es poner fronteras y acabar con la política del todo vale. No podemos dejar la comunicación, información y educación en manos de empresas privadas que solo entienden de porcentajes de share y euros.